La Masonería

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La Masonería no es una religión, ni una secta, pues no tiene dogmas, carece de cuerpo doctrinal al cual se llegue a través de la fe. La Masonería respeta todas las creencias, y, en el caso de la Liberal, también la ausencia de esas creencias, siempre que el masón acepte el compromiso de conocerse a sí mismo, desarrollar sus posibilidades en todos los sentidos y en la forma que desee, y volcar ese conocimiento y esa mejora en beneficio del Universo, del cual consideramos que la Humanidad es parte sustancial.

La Masonería tiene tres únicos principios: Libertad, Igualdad y Fraternidad. La forma concreta de entender y aplicar esos principios no está marcada, y cada masón debe buscarla y realizarla personalmente. Esta exigencia no se pone en práctica mediante ningún tipo de examen o confesión de un masón a otros, sino que se lleva adelante en la conciencia de cada uno.

A quien no es masón, que nosotros llamamos profano, se le exige, para entrar en la Masonería ser «libre y de buenas costumbres». Esta vieja fórmula debe ser entendida como el derecho y el deber a desarrollar las propias condiciones e ideas -sea cuales sean- y el ser coherente con uno mismo, desarrollando esas condiciones e ideas de forma tal que mejoren aquella parte del Universo que le rodea, empezando por él mismo. No se trata de guardar una moral determinada, sino de cada uno. El masón puede, por supuesto, aceptar unos principios morales establecidos, pero como un ser libre, honrado y responsable, debe tener fundamentados en su conciencia dichos principios, y nunca aceptarlos por rutina o por presión social.

En Masonería no deben juzgarse las opiniones, que son libres, sino las actitudes: éstas deben ser abiertas, carentes -en lo posible- de prejuicios, y fruto de una reflexión propia. Debe abordarse la vida buscando lo que une antes de lo que separa, y saber manifestar las diferencias con sinceridad para con uno mismo y con respecto a los demás. Esto no significa que el masón no defiende sus ideas y creencias, ya que en ese caso no sería coherente consigo mismo, sino que esa defensa debe ser realizada de forma abierta, tolerante y fraternal, huyendo de la concepción de ser portador de la Verdad Absoluta. Un masón puede, de acuerdo con sus ideas, rendir culto a los principios religiosos en los que crea, o declararse agnóstico o ateo.

Buscamos el progreso del Universo y el progreso de la Humanidad inserta en él, y llamamos a este progreso Luz, entendiéndolo no solo en un sentido material -importante y presente en nuestras preocupaciones- sino también en un sentido espiritual, moral o filosófico.