Guerra en Siria 5 años de duración
Más de 11 millones y medio de sirios han tenido que abandonar su hogar, 6.6 millones de personas desplazadas en su propio país, 4.7 millones son personas refugiadas en los países más cercanos a Siria (Líbano, Jordania, Turquía, Irak, Egipto y otros países del norte de África). De ellos, más de 8 millones son niñas y niños.

El día que se cumplía el quinto aniversario del comienzo de la guerra en Siria hemos podido ver una de las imágenes más crueles de la actual situación: a los refugiados huyendo en condiciones angustiosas de Idomeni, un campo preparado para recibir 3.000 refugiados en el que malviven más de 14.000 personas en condiciones inhumanas y el rechazo por las fuerzas del orden que los hicieron volver.

El mismo día conocemos que una mujer danesa es multada por acoger en su casa por una noche a unos refugiados. El mismo día también, en la plaza Mayor de Madrid (España) un grupo de hooligans, hinchas del PSV Eindhoven, humillan de manera aberrante a unas mujeres extranjeras que pedían limosna… y suma y sigue.

Esta crisis humanitaria está poniendo de manifiesto cómo nuestra teórica comunidad de naciones puede hacer dejación de sus principios con la misma velocidad que conculca la legislación, propia e internacional, en materia de protección de Derecho Humanos.

Ya no es posible que nuestros responsables políticos hablen de migraciones motivadas por cuestiones económicas o sociales. Lo que se está planteando es la inexcusable obligación de acoger a quienes sufren los efectos de conflictos de los que, también deberíamos acotar, la parte de responsabilidad de la propia UE que en estos momentos está utilizando a los refugiados como monedas de cambio para otros intereses.

La falta de suficientes líderes europeos que planteen la Europa de las personas por encima de la Europa de los mercados, está en la base de la actual situación, lo que está dando como consecuencia la vulneración de las más elementales obligaciones éticas y morales suscritas por todos los miembros. Por eso nos corresponde a las asociaciones civiles y a la ciudadanía manifestar nuestra repulsa y reivindicar la aplicación de los principios éticos y los valores sobre los que se ha construido el ideal europeo, indisociables de una manera de entender la convivencia y el respeto a los Derecho Humanos por encima de los intereses económicos y cualesquiera otros.

La obligación de los Estados miembros de la UE de respetar la Convención de Ginebra de 1951 y el Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados, y muy especialmente el principio de non-refoulement (no devolución), es un derecho consagrado por los convenios internacionales y el derecho consuetudinario  y ha de estar por encima de los intereses políticos de los actuales representantes de nuestros países; asimismo debe respetarse el Artículo 4 del Protocolo IV del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, que taxativamente prohíbe las expulsiones colectivas.

Desde este pequeña logia, queremos hacer un llamamiento a los representantes políticos para que, en aras de la responsabilidad que tienen adquirida, exijan a la Comisión Europea los esfuerzos necesarios para dar acogida de una manera digna a quienes huyen de conflictos bélicos y situaciones de emergencia que hemos contribuido a crear, y les exigimos que pongan todo su empeño en lograr el fin de  los mismos, lo que permitirá que la inmensa mayoría de estos hermanos puedan regresar a sus hogares.

La Libertad, Igualdad, Fraternidad y Laicidad, han de volver a ser la piedra de toque para una nueva construcción de la ciudadanía europea.