El pasado viernes un atentado en un pequeño pueblo de la península del Sinaí, Bir al Abd; acabó con la vida (por ahora) de 305 personas, casi todos los hombres de dicho pueblo.

Hemos querido esperar algún tiempo para ver las reacciones de la gente, sus profusas muestras de condolencia, sus miedos reflejados en mensajes de ánimo y apoyo…, pero, Oh sorpresa!, nadie ha llenado las redes sociales de pésames, «Je suis egipcian«, y cosas por el estilo. NADA!

Somos unos hipócritas, así, sin más matices. Y no son aceptables monsergas como que lo cercano nos duele más, de que eso está muy lejos o pamplinas similares. New York, Boston y Las Vegas están más lejos, pero cuando atentaron allí todos a una como en Fuenteovejuna.

Dado el carácter internacional de nuestra Orden estamos más obligados, si cabe, a denunciar con la misma fuerza un atentado prodúzcase allí donde se produzca, en todas partes afectará a seres humanos a quienes llamamos hermanas o hermanos.

Vivimos en un mundo global y globalizado, donde dá lo mismo El Cairo que Camberra o que una pequeña aldea perdida en el Sinái, pero claro, ahora los muertos han sido algo más oscuros de piel que nosotros y musulmanes: qué más da!

Desviamos la mirada hacia otro lado con demasiada facilidad; así el progreso de la humanidad es inútil, estéril.

Si manifestamos nuestra condena a un atentado en Barcelona, también en la aldea más perdida del Kurdistan, si no mejor estar callados…

Nubes oscuras nos impiden ver…